El decálogo
1. Elaborar una nueva fórmula de dar a conocer a la sociedad la función pública de la medicina, en la que destaque el carácter humanitario de la profesión.
2. Fomentar una nueva forma de relacionarse el médico con la sociedad, basada en la recuperación de los valores básicos de la profesión médica. A tal fin, sería de utilidad proporcionar al facultativo formación específica en habilidades de comunicación.
3. La profesión médica debe estar debidamente representada en todos los foros donde se debatan problemas relacionados con la salud.
4. Estimular al médico para que participe, dentro de su jornada laboral, en cualquier actividad formativa que le permita perfeccionarse técnicamente, poner al día sus conocimientos y desarrollarse profesionalmente. La adecuada formación de los profesionales garantizará la práctica de una medicina de calidad.
5. En mejor interés del usuario, fomentar la participación del médico en la toma de decisiones acerca de los recursos de los que necesitan disponer para realizar una buena praxis, avalada en la evidencia científica. Se debe propiciar, asimismo, que las condiciones de trabajo sean las idóneas para poder ofrecer una asistencia de calidad.
6. Garantizar la independencia profesional y económica del médico, en términos de estabilidad en el empleo y de ser retribuidos con unos honorarios dignos y proporcionados a la importancia y complejidad de la actividad que realice.
7. Transmitir a la sociedad la verdadera situación y la problemática real que afronta el colectivo médico, para, de este modo, evitar las situaciones de conflicto y agresividad que en numerosas ocasiones se genera.
8. Como medida de seguridad racionalizar la duración de las jornadas laborales, para evitar los efectos negativos que esto podría ejercer sobre la salud del médico, pero sobre todo en beneficio del propio usuario y de la calidad de la asistencia prestada. Se debe facilitar en lo posible, la conciliación de la vida laboral y familiar.
9. Los recursos destinados a la sanidad deben adecuarse a la cartera de servicios ofrecidos a la ciudadanía, al objeto de que el facultativo pueda seguir atendiendo de forma efectiva a los ciudadanos.
10. La regulación de un riguroso procedimiento de homologación de los Títulos, comprobando la efectiva equivalencia entre la formación adquirida en el país de origen y la que otorga el programa español del Título de Medicina o de Especialista, en su caso, debiendo incluir también la conveniencia de un conocimiento mínimo del idioma castellano. Y ello, para que los profesionales que ejerzan la medicina en España, lo hagan cumpliendo con las máximas garantías de calidad, en la asistencia que prestan a los usuarios.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
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